Exposición
a cloro en piscinas cubiertas
Redactora: Asunción Freixa Blanxart Licenciada en Ciencias
Químicas
CENTRO NACIONAL DE CONDICIONES DE TRABAJO
Las piscinas cubiertas son áreas de exposición al cloro,
que hasta el momento sigue siendo el producto químico más
empleado para la desinfección del agua. El colectivo de personas
expuestas en una piscina cubierta es muy variado en cuanto a
características, edad, actividad y tiempo de exposición.
Por otro lado, las Importantes concentraciones de cloro habitualmente
presentes en el aire de las mismas, pueden provocar la formación
de otros derivados clorados, la exposición a los cuales
también cabría considerar. En la presente nota se resume
la experiencia disponible sobre la exposición a cloro por parte
de los trabajadores y usuarios de las piscinas cubiertas, así
como las normas preventivas básicas para la reducción de
dicha exposición
Introducción
El ejercicio de la natación es considerado como uno de los
deportes más completos que existen, en el sentido de que
estimula
el desarrollo y el fortalecimiento de toda la anatomía del ser
humano.
No es difícil de comprender que el agua de una piscina
pública -o por lo menos utilizada por un número
relativamente grande de personas- es un vehículo ideal para la
transmisión de enfermedades; personas aparentemente sanas pueden
ser portadoras de agentes que son capaces de contagiar a otras personas
menos resistentes.
Por ello es necesario llevar a cabo una adecuada desinfección
del agua del vaso de la piscina con un producto que a la vez de
garantizar la desinfección no sea agresivo con respecto al
usuario de la piscina ni al medio ambiente.
Desde principios de siglo, la cloración del agua ha sido el
método más empleado de desinfección de las aguas
de
uso público. La cloración puede, además, ir
acompañada de la adición de otros productos
químicos destinados a regular su calidad y su aspecto.
Aunque existen actualmente procesos alternativos al uso del cloro
para controlar la calidad microbiológica de las aguas, como el
ozono o las radiaciones UV, la cloración sigue siendo el proceso
más común.
A pesar de que la dosificación del cloro se realiza de manera
automática y constante, puede suceder que en algún
momento exista una cantidad excesiva de cloro tanto en el vaso de la
piscina como en el ambiente. Las personas más expuestas al
cloro, aparte de los nadadores, son los monitores de natación y
personal de mantenimiento.
Desinfección del agua del vaso de las piscinas
En ausencia de un adecuado tratamiento químico, el agua de
las piscinas puede transformarse en un medio de cultivo para bacterias
y hongos, responsables de diversas enfermedades infecciosas
(dermatitis,
otitis, afecciones del aparato respiratorio o sistema digestivo). Para
que
el agua de la piscina mantenga de una forma constante y latente un
determinado
poder microbiocida y desinfectante para combatir la
contaminación
y garantizar un agua microbiológicamente correcta se recurre al
empleo
de algunos productos químicos.
Una posibilidad, aunque la menos usada, es la utilización de
ozono. De acuerdo con la normativa actual vigente, el dispositivo de
ozonización tiene que estar un tiempo mínimo (4 minutos)
de contacto con el agua del vaso de las piscinas, mientras que no debe
quedar ozono residual libre.
La cloración es el tratamiento desinfectante mayoritariamente
empleado en las piscinas tanto públicas como privadas. El
objetivo de la cloración es el de garantizar al agua un buen
"estado de salud" y mantener la presencia de un cierto nivel de cloro
libre activo para
actuar como oxidante-desinfectante contra la contaminación
provocada
básicamente por los mismos bañistas. El cloro, en
función
del pH, se combina con las sustancias orgánicas dando así
origen a la formación de cloraminas (cloro combinado o
compuesto)
que tienen el poder desinfectante mucho menor que el del cloro libre
activo.
El cloro combinado o las cloraminas son las verdaderas causas del
prurito
conjuntival y del molesto olor que tienen a veces las piscinas. La
cloración
del agua se produce por la reacción de iones hipoclorito y
cloruro.
Por adición de cantidades adecuadas de hipoclorito y
clorhídrico
se regula la reacción y se obtiene la cantidad deseada de cloro.
Un valor de pH superior a 7,6 es causa de irritación en
conjuntiva
y mucosas, favorece las incrustaciones y reduce en gran medida la
capacidad
desinfectante del cloro. De hecho, con valores de pH superiores a 7,6
sólo
una mínima parte del producto de cloro añadido al agua se
transforma en ácido hipocloroso, que es el verdadero agente
oxidante-desinfectante.
El resto se transforma en el ion hipoclorito que es 100 veces menos
activo
como desinfectante que el ácido hipocloroso.
Efectos del cloro sobre el organismo
El cloro como agente irritante
El cloro es un gas irritante de las mucosas y del aparato respiratorio
que puede producir hiperreactividad bronquial en individuos
susceptibles. El primer síntoma de exposición es la
irritación de las mucosas oculares, de la nariz y de la
garganta, que va en aumento hasta producir un dolor agudo. Esta
irritación afecta también a las vías respiratorias
inferiores, produciendo una tos refleja que puede provocar el
vómito y en casos extremos edema pulmonar. Las personas
expuestas durante largos periodos de tiempo a bajas concentraciones de
cloro pueden presentar una erupción que se conoce como
cloracné.
La exposición a concentraciones de cloro de 45 mg/m3 provoca
irritación de las membranas mucosas del ojo y de la nariz y,
especialmente, de la garganta y los pulmones. Concentraciones de 150
mg/m3 o más son muy peligrosas incluso en exposiciones de corta
duración. Las exposiciones agudas a altas concentraciones pueden
provocar inflamación en los pulmones con acumulación de
líquido. Dichos síntomas pueden manifestarse de forma
retardada hasta dos días después de la exposición
al gas. El edema pulmonar se desarrolla más rápidamente
en las personas que se hallaban realizando un trabajo más
fuerte. El contacto del cloro con la piel tambien produce quemaduras.
El nivel más bajo al que se detectan sus efectos (NOEL) se
asocia habitualmente
a su umbral olfativo (< 0.3 mg/m3).
Prevalencia del asma e hiperreactividad bronquial en los deportistas
El asma es una enfermedad frecuente, no sólo entre la
población infantil y juvenil, sino también en la
población adulta. Es un hecho habitual en los últimos
decenios que individuos con asma reconocido de varios años de
evolución, sean deportistas de alto nivel, quedando por ello
demostrado que su enfermedad no es un impedimento para poder rendir
físicamente al cien por cien de sus posibilidades. Por otra
parte, se ha evidenciado que entre los deportistas de alto nivel, con
una prevalencia de asma similar a la de la población general
para el mismo rango de edad, existe una prevalencia de hiperreactividad
bronquial mucho más elevada, especialmente entre los
practicantes de deportes acuáticos. La presencia de
hiperreactividad bronquial, si bien no indica la presencia de asma,
indica que existe una tendencia de los bronquios a responder más
fácilmente ante un estímulo externo
mediante una broncoconstricción. Aunque los deportistas no
asmáticos, que poseen la mencionada hiperreactividad, no
presentan ningún síntoma en condiciones normales,
sí los relatan cuando entrenan en ambientes con presencia
elevada de cloro ambiental.
Hiperreactividad de las vías aéreas
Las estructuras dinámicas de las vías aéreas
cambian de diámetro en respuesta a una gran variedad de
estímulos. Cuando se precisa movilizar una gran cantidad de
aire, como ocurre durante el ejercicio físico, se produce una
broncodilatación y, por el contrario, cuando se pretende limitar
este aporte de aire, como cuando tiene lugar una exposición a
gases irritantes, aparece la tos y broncoconstricción.
En el individuo que padece asma la respuesta de las vías
aéreas está marcadamente aumentada. Los bronquios,
responden exageradamente a pequeños estímulos
físicos, químicos o farmacológicos a diferencia de
lo que ocurre con los individuos sanos. Este fenómeno se
denomina hiperreactividad bronquial y puede definirse con mayor
facilidad como un estrechamiento exagerado de las vías
aéreas.
La broncoconstricción no está limitada a las vías
aéreas de los asmáticos; los bronquios de individuos
sanos también se contraen si el estímulo es
suficientemente intenso. La diferencia entre unos y otros es la
facilidad de respuesta que padecen los individuos asmáticos.
En la mayoría de personas que padecen asma es inevitable hablar
del asma de esfuerzo, que es aquel asma en el cual el origen de la
crisis se debe a la realización de un ejercicio físico de
mayor o menor intensidad y duración.
Efectos del cloro en los nadadores de alto nivel
La sensación relatada por los deportistas y las pruebas de
provocación bronquial realizadas llevan al planteo de dos
posibles
hipótesis. La primera, que el elevado volumen de entrenamiento
(varios
años), con la consiguiente hiperventilación y, por tanto,
introducción en el árbol respiratorio de grandes
cantidades
de cloro, provoca en determinados sujetos una alteración de la
mucosa
bronquial que es la causante de esta hiperrespuesta. La segunda
hipótesis,
menos probable pero que no se puede descartar, es que los deportistas
acuáticos ya tienen una cierta tendencia a padecer
hiperreactividad bronquial, y han llegado a la natación porque
es el deporte en el que más a gusto se encuentran; de hecho, es
el deporte que reúne las mejores condiciones para la
práctica por el individuo con asma. En cierto modo, se producen
los factores necesarios para considerar la presencia de esta
hiperreactividad como posible forma de asma de carácter
ocupacional.
Normativas y criterios de valoración
Valores de referencia en higiene industrial
Los niveles de cloro ambiental que se emplean como referencia en
estudios higiénicos están pensados para ambientes
industriales con riesgo de presencia de cloro. La American Conference
of Governmental Industrial Hygienists (ACGIH) establece un valor umbral
límite (TLV) para el cloro de 1,5 mg/m3 para exposiciones de 8
horas día y 40 horas a la semana y 2,9 mg/m3 para cortos
períodos de exposición (TLV, ACGIH, USA) (1993), que es
un valor ampliamente usado como referencia en higiene industrial, no
presentando diferencias especialmente significativas los otros valores
usados como referencia o establecidos como normativas.
Reglamento sanitario de piscinas de uso colectivo (B.O.E.)
La orden 31 mayo 1960 del Boletín Oficial del Estado determina
en el articulo 17: "cuando la depuración del agua se haga por
procedimientos que impliquen la utilización del cloro o sus
derivados, la cantidad de cloro libre que el agua contenga no
excederá nunca de 0,20 a 0,60 miligramos por litro".
Reglamento sanitario de piscinas para uso colectivo (Generalitad de
Cataluña)
El decreto 193/1987 de 19 de mayo del Diario Oficial de la Generalidad
de Cataluña, por la cual se aprueba el Reglamento Sanitario de
Piscinas para uso colectivo, determina en el articulo 33.1 que los
límites autorizados en el agua del vaso, en lo referente a los
productos utilizados para la desinfección del agua serán:
· "De 0,5 mg/l a 2 mg/l de cloro residual
libre. El cloro total no excederá en más de 0,6 mg/l el
nivel
medio de cloro residual libre. Valores expresados en cloro".
En lo referente a la temperatura y ventilación se indica en los
artículos 13 y 26 que:
· "Las piscinas cubiertas dispondrán de
las instalaciones que aseguren la renovación constante del aire
en el recinto, una temperatura superior de 2º a 4ºC a la del
agua de la piscina y una humedad relativa del 60% al 70%. La
temperatura en las piscinas cubiertas estará comprendida entre
24 y 30 ºC y se
fijará de acuerdo con el uso del vaso".
Metodología analítica
Existen diversos procedimientos para la determinación de cloro
en aire. Aparte de los métodos directos con detectores
específicos, pueden destacarse los métodos
colorimétricos, tales como el de la o-Toluidina, del Anaranjado
de metilo y del loduro potásico, que es el que se ha empleado.
Estos métodos colorimétricos, son rápidos,
sensibles y simples. El principal inconveniente que presentan son las
interferencias de otros gases oxidantes o reductores y la poca
estabilidad de las muestras, lo que implica que debe procederse a su
análisis lo antes posible.
Toma de muestras y análisis
Las muestras se captan a un caudal de 0,2-1 l/min, haciendo pasar
el aire través de 2 borboteadores dispuestos en serie con 10 ml
de solución absorbente de Kl al 1 % a pH 3,5, durante el tiempo
necesario para muestrear entre 15 y 30 litros de aire. El yodo liberado
en el reactivo de absorción se mide en un
espectrofotómetro
UV-VIS a 352 nm y se compara con una curva de calibrado de yodo. Es
recomendable
efectuar las mediciones en el borde del vaso de la piscina.
Problemática detectada
1. A mayor tamaño del vaso de la piscina
y mayor número de nadadores, mayor concentración de cloro
en el aire.
2. Aún con el mismo número de nadadores
en la piscina, los resultados obtenidos sobre la presencia de cloro en
el aire al borde de la misma son diferentes. Un entrenamiento del tipo
"mantenimiento" (con escasa agitación del agua), genera una
presencia
de cloro en el aire muy inferior que la que se determina cuando se
realiza
una natación del tipo deportivo (con entrenamiento intenso y
fuerte
agitación del agua) o recreativo (niños jugando).
3. En las piscinas con surtidores puntuales de cloro,
las mediciones de la concentración de cloro en el aire
efectuadas en las proximidades de dichos surtidores resultan
significativamente más elevadas que las mediciones efectuadas en
puntos más alejados, no ocurriendo así en las piscinas
con surtidores de cloro distribuidos uniformemente por todo el fondo de
la piscina.
4. La concentración ambiental de cloro aumenta
claramente hacia el final de la jornada.
5. Se ha observado que en algunas piscinas con
ventilación deficiente, al presentar un contenido de cloro en el
agua elevado (aún dentro de la normativa), la
concentración de cloro en el aire era muy elevada. Asimismo,
cuando, no se cumplía la exigencia normativa de dos grados de
diferencia entre la temperatura ambiental y la del vaso de piscina, por
hallarse ésta última demasiado alta, el desprendimiento
al aire de cloro era mayor. Ello actúa negativamente tanto en
cuanto a contaminación del aire como a menor tiempo de estancia
del cloro en el agua, reduciendo sus efectos desinfectantes.
Conclusiones
A la luz de la experiencia acumulada en los estudios realizados en las
diferentes piscinas en las que se habían presentado problemas,
se han obtenido las siguientes conclusiones generales:
1. Las posibles causas de la presencia de
concentraciones elevadas de cloro en el aire de la piscina son dos: mal
funcionamiento del sistema de cloración automático y
ventilación inadecuada.
2. Aunque, en general, las piscinas suelen cumplir
los límites de concentración de cloro libre y residual en
el agua del vaso de la piscina, la mayoría de intoxicaciones
agudas son debidas a un mal funcionamiento puntual del aparato de
cloración automático por falta de control y
mantenimiento, por lo que los responsables técnicos de las
piscinas deberían seguir al pie
de la letra la normativa existente sobre control del cloro libre y
residual
de las piscinas.
3. La mayoría de las piscinas tienen una
ventilación con renovación insuficiente, que explica el
aumento de la concentración ambiental a lo largo del día.
Las causas de la misma hay que buscarlas en el elevado coste
energético
de la climatización-ventilación y a que las corrientes de
aire existentes deben ser lo menor posibles por cuestiones de
confortabilidad.
4. La ocupación y actividad de los nadadores
presentes es muy variable, estando directamente relacionadas con la
presencia de cloro ambiental. Sería conveniente ajustar la
renovación del aire a estas circunstancias para mantener la
concentración
de cloro ambiental lo más baja posible.
5. Los niveles de cloro ambiental a que están
expuestos los nadadores son inferiores a los valores TLV para 8
horas/día citados anteriormente, entre 10 y 40%. Sin embargo, el
ritmo respiratorio que mantienen los nadadores, waterpolistas o
nadadoras que practican natación sincronizada es muy superior al
de un trabajador realizando un "trabajo moderado" que es, en principio,
el supuesto para el establecimiento del TLV. Según datos
disponibles, la ventilación respiratoria puede
alcanzar, durante períodos largos, hasta 120 l/min, mientras que
para
un trabajo moderado se consideran de 20 a 30 y para un trabajo fuerte
hasta
50 l/min. Por lo que hace referencia al tiempo de exposición, la
mayoría de los nadadores realizan dos entrenamientos diarios de
dos horas cada uno de duración, lo que implica cuatro horas
diarias en la piscina. Teniendo en cuenta lo expuesto y considerando
además que el nadador se halla inmerso en el propio foco de
emisión de cloro, es probable que tenga lugar una
exposición cercana a los valores TLV para 8 horas y para cortos
períodos de exposición. Esta exposición de
los nadadores "profesionales" puede ser perjudicial para la salud, no
sólo de una forma aguda, con disminución del rendimiento
y síntomas respiratorios y óculo-nasofaríngeos,
sino de una forma crónica, afectando la mucosa del árbol
respiratorio del practicante de este deporte.
Aparte de los nadadores, también los monitores técnicos
de mantenimiento y otros empleados de las piscinas están
expuestos a un ambiente con una concentración de cloro
relativamente elevada, por lo que también pueden verse afectados
de forma crónica por los efectos perjudiciales del cloro.
|